Estrella invitada...
Una diosa de alabastro rige ahora mi espacio de trabajo e íntimo disfrute. Atenea, recién llegada a mí desde Grecia por gentileza de mi querida Sofía.
A ella encomiendo mis esfuerzos creativos. Cuando se me agote el ingenio o desfallezca mi imaginación, cuando las palabras pretendan huir desmañadas y confusas, a ella preguntaré. Sé que sus ojos, aún carentes de pupilas, hallarán la luz que me guíe. Las respuestas brotarán de sus labios plenos de sabiduría; y yo tomaré su lanza y su escudo, me ceñiré su casco con la visera alzada para penetrar las brumas de cuanto está por venir.
En breve, un poema dedicado a tan gentil deidad...