Un Espíritu Moderno
El fantasma se asustó al verme aparecer en la oscuridad del pasillo. Eran las cuatro de la mañana de un martes (lo de mis inclinaciones etílicas no viene al caso), y supongo que no esperaba toparse con nadie en su nocturno deambular.
De algún modo extraño parecía ofendido, algo perplejo quizás ante su propio sobresalto. Seguramente le pareció muy impertinente por mi parte interrumpir así sus fantasmagóricos quehaceres.
Se diluyó en la pared con un levísimo fluir de blanca neblina, apenas atisbado por el rabillo del ojo, sin ruidos de cadenas ni los clásicos ululares y lamentos espectrales, discreto como era: un espíritu del siglo XXI.