martes, agosto 14, 2007

Soñar es gratis...el psicoanalista no






Despierto de la siesta asustada de mí misma. En estos intervalos de inconsciencia relativamente breves y profundos suelo tener los sueños más raros, también los más sencillos de recordar.
Hace unas tardes soñaba en una hora varios días. El tiempo y mi mala memoria desdibujan gran parte de los acontecimientos y los detalles.
Lo esencial se resumía en una escena en que mi subconsciente, transmutado en un par de niños pizpiretos como recién salidos de una serie familiar americana, interrogaba de este modo a mi consciente (o viceversa):


La pareja de críos (creo recordar, incluso, que uno de ellos era negro o hispano, como mandan los cánones de lo políticamente correcto) me preguntaba:
¿Qué te pasa? ¿Por qué estás triste?
A lo que yo contestaba: Que soy incapaz de establecer vínculos auténticos con la personas.
Así, sin anestesia, sin profundos símbolos ni extrañas imágenes oníricas, toma frase lapidaria, alto y claro, oiga...

La escena digna de diván de psicoanalista tenía lugar en un supermercado prácticamente desierto a excepción de los curiosones infantes. Yo permanecía lánguidamente sentada sobre unas cajas cuando el par se percató de mi lamentable presencia y se aproximó a interesarse por mí, hecho que recuerdo haberle agradecido y comentado que en estos días ya nadie se preocupa por nadie.


Después se me acercaba por la espalda una mujer de aspecto pobre. Yo le regalaba la ropa que llevaba puesta, aunque pretendía intercambiarla por la suya para tener algo con qué cubrirme.

Supongo que no nos importa desnudarnos en sueños, pero no tanto...

Y aunque todo parezca tan obvio, se admiten interpretaciones.