domingo, junio 29, 2008

Biografía Emocional Fragmentada

Así es: cierro los ojos y doy media vuelta para atrapar al sueño,
luego frunzo los labios para apresar la infancia.
Los niños proyectaban sus boquitas hacia adelante
cuando eran pequeños, como buscando la vida, más vida...
cuando yo les cantaba.
Cuando estaba un poco muerta y furiosa y no sabía quién era.
Una vez seduje a un muchacho permitiéndole verme dormir.
Tuvo que besarme, no tuvo otra opción,
la proyección de morritos es irresistible.
Después nunca más volvió a ser un muchacho,
nunca debí haber permitido que me acariciara.
Cómo saber que el tacto podría traer tanta tristeza,
tanta tristeza como para llenar todo el espacio
que podría ocupar otra mujer.

Así es: insólitamente triste también yo,
quién sabe por qué, acaso de nuevo no sé quien soy,
sencillamente.
La certeza de ayer hoy ya no vale
y el tiempo enajenado se empeña en existir a trompicones,
sin darme opción a digerirme a mí misma, mi soledad, mis amores, mi insensata existencia.
Hay un ilógico estatismo en tanta sensación de movimiento,
una impresión quizás de ciclos cósmicos repitiéndose.

A veces me pregunto si no estará haciendo de mí una ciega
esta capacidad de verlo TODO.

A ratos soy eufóricamente feliz
y mis endorfinas tararean canciones cursis.

martes, junio 17, 2008

SOBRE BESOS Y SUEÑOS

Últimamente estoy besando bastante en sueños.
He de decir que a veces los besos son decepcionantes, como si se esperase demasiado de ellos, como si estuviéramos aguardando a recibir un beso apasionadamente cinematográfico y llegara un ósculo diminuto sentido apenas. Y no digo que la culpa sea del besador, en mis sueños no hay culpas, sencillamente los labios no encajan como deberían, o no encajan las almas, existen desencuentros de lenguas en mis sueños, o no existen lenguas siquiera. Entonces nos decimos sin palabras que no hay nada, que se acabó la ilusión de que podríamos amarnos e incluso ser felices, nos miramos azorados sin sentir nada y el sueño acaba.

Pero mis sueños frustrantes tienen continuación, porque mi subconsciente se encarga de un tiempo a esta parte de recordarme que podemos ser mejores y más fuertes, que las segundas oportunidades existen y que podemos cambiar cuanto nos propongamos. De modo que nos besamos de nuevo, y esta vez beso conscientemente, y no dejo que te vayas, y empezamos algo tímidos, pero pronto nuestras lenguas bailan a un mismo compás, y creamos una música como nunca antes se oyó en el universo. Y es sólo para nosotros.