miércoles, noviembre 24, 2010

Somos Hijos de las Estrellas

La genialidad de Carl Sagan o de cómo el conocimiento científico nos salva de la religión.

"Si tengo algo que pueda ser llamado alma que necesitara salvación, entonces la ciencia la salvó de la religión".

"Cuando comparo lo que el conocimiento científico ha hecho por mí con lo que la religión ha tratado de hacerme , a veces literalmente me estremezco".

Bueno, yo sólo he seleccionado dos frases, pero os aseguro que ninguna de las pronunciadas por Sagan en este video es vacía, ninguna prescindible. Todas resplandecen con la sencillez de la Verdad y resultan de una belleza íntima, trascendente y radical.


domingo, octubre 24, 2010

Hoy vi a una Fea cantando "Que se Mueran los Feos"




¿Sabes que la gente que no es tú desconoce lo insignificante que es su vida? Pues sí. ¡Sorpresón!¿Eh? Pues así es. Yo, a veces, ni me explico que exista gente que no es tú. Te juro que no llego a comprenderlo. ¡Si no importan lo más mínimo! Bueno, igual ese dios que nombra todo el mundo (hasta mi madre la roja, joder) tiene algún plan. Eso les gusta creer a ellos. Ilusos. Así no tienen que preocuparse de vivir sus vidas plenamente. Como dios dispondrá... Pero bueno, esta vez, ni dios ni sus fans tienen nada que ver. No tendría que existir nadie que no sea tú. Ahora no. Si esa disparatada deidad existiera, no: Si hay algún plan, algún patrón, algún orden, una pizca de hermosura en todo este siniestro caos, no. Ya en serio, ¿qué necesidad hay?

martes, julio 27, 2010

Esto no es un Poema

No sólo quiero vivir contigo,
quiero vivir en ti.

Quiero que entiendas
que mi vida es miserable
si no acudes a mi cama.
Podría ser de cualquier otro modo,
podría no ser Dramática.
No pasa nada:
a veces no vienes conmigo
y sólo es el fin del mundo.
Pues no habré vivido yo apocalipsis...
(los fines del mundo sólo podían escribirse
en minúsculas
si tú no los co-protagonizabas).

Pero entonces,
cuando deje de importarme,
cuando deja de importar...

Esto no sería lo que es
Y estaríamos perdidos.

Y eso, querido mío,
no estoy dispuesto a permitirlo.

Porque tú eres mío
y yo tan tuya
que el sentido de la pertenencia
pierde todo sentido.

Ven.

viernes, julio 16, 2010

Pequeña Autobiografía Amistosa





Reconozcámoslo: empecé cagándola. Tendría unos 9 o 10 años cuando participé en un concurso de dibujo que organizaba el Pequeño País. Tenías que dibujarte con tu mejor amigo, y yo me dibujé en un hermoso y brillante mundo onírico, poblado por criaturas fantásticas, abrazada a un ser neblinoso en cuyo pecho había escrito "Imaginación"(por cierto, nunca entendí por qué no gané, era precioso). Posibles conclusiones: o era una de esas niñas repelentes que siempre han de dar una vuelta de tuerca más a cada concepto, o todo viene de antiguo y no tenía amigos. Quizás ambas son ciertas (como se ve, ya iba apuntando maneras para ser una friki de mayor).

Mi primer recuerdo decepcionante relacionado con la amistad es
este: soy muy pequeña (no sé, estaré en parvulitos, o quizás ya en los primeros cursos de la EGB) y me caigo al suelo en el patio. En ese momento, la reacción de mi primera mejor amiga es reírse de mí, no venir a ayudarme o a ver si estoy bien, se ríe y lo hace cruelmente. Yo lloro, no sé si me he hecho daño o son los frustrantes sentimientos de humillación, decepción y rabia. Esa niña, afortunadamente, iría dejando de ser mi amiga poco a poco, decantándose por otras más "guays", es decir, más pijas y seguras de sí mismas (no sé en los demás colegios, en uno de monjas funciona así).
De modo que siempre he sido una persona bastante solitaria, ya desde niña, tanto que en las épocas en que no tenía amigas en el colegio me pasaba el recreo escondida y sin parar de moverme de un sitio a otro para que nadie me viera sola. Era rarita, vaya. Y aquel colegio era un infierno.

Alrededor de los 11 años de vida me hago con otra mejor amiga. Oh, dioses, a veces era muy divertido ser amigas y a veces era un infierno. Esa tía estaba loca, pero loca de verdad, de psiquiátrico, de intentos de suicidio y todo eso. Era absolutamente posesiva y celosa. Cuando algún chico se fijaba en mí, se liaba con él. Se enrolló con mi primer amor (tendríamos unos 18 o 19 por aquel entonces y no recuerdo si él sigue negándolo); lo intentó con el segundo (algo hubo, pero este fue más listo). No voy a abundar en el tema, sólo resumir que desde los 11 años hasta que la perdí de vista acabamos haciendo pandilla con varias amigas más; tuvimos varias pandillas con chicos también; también tuve otra amiga suicida a la que tenía que esconder las pastillas y estar pendiente de ella... todo muy bonito, vaya.

Está claro que me estoy centrando en la parte negativa, también lo pasé bien, pero quiero dejar claro que he tenido pocas amistades constructivas. Una de ellas, el único nombre propio que citaré: Rocío. La conocí en el instituto: espontánea, alegre, sin complejos, simpática, divertida, sincera... Me iluminó la vida. Yo venía agilipollada del maldito colegio de monjas, y mi primer instituto y la gente que allí conocí me cambió absolutamente la vida. A Rocío la perdí de vista, no sé muy bien por qué nos acabamos alejando, pero desde aquí le doy las gracias por todo (espero que sigas siendo tan genial, Pichu).

Bueno, pues en mi segundo instituto (sí, el descubrir que había otra vida me hizo repetir curso tropecientas veces mientras me volcaba en vivirla y en vivirme) hice un grupo de amigos que fue bastante importante para mí. Al cabo de pocos años la pandilla se rompió por los típicos círculos amorosos, las envidias y las mentiras: que si a este le gusta esta, y a esta el otro, que está enamorado de esta otra... En fin, este grupo, que yo siempre me había esforzado en mantener unido como una madre, se rompió. He de decir que no siempre he elegido a las mejores personas como amigas, he tenido algunos amigos muy mentirosos y muy malas personas, pero yo los quería igual. Supongo que era normal que así todo acabara. Algunos nos mantuvimos unidos hasta que, una vez más, el amor nos apartó. Es extraño ¿no? Como te quiero no puedo estar cerca de ti. Y así es como siempre acabo quedándome sola...

Ahora siento que he de analizarlo. Tengo que encontrar los fallos y averiguar qué es lo que siempre hago mal (¿quizás esperar demasiado?, ¿quizás dar poco?). Además, no puedo aceptar determinados sentimientos sin más porque no casa con mi lógica. Porque si no los analizo no sabré qué quiero. Entonces, a ver: me siento sola. ¿De verdad? No sé... me gusta estar sola. Algo en mí se queja de no tener amigos (aunque alguno tengo), pero hay otro algo, grandote y sombrío, al que le gusta la soledad hasta tal punto que los amigos le parecen en ocasiones un estorbo. Analicemos este hecho: es que, viendo el panorama, igual resulta que la gran mayoría de los amigos que he tenido han sido un estorbo.

Y ahora ya no sé hacer amigos. O a lo mejor sí, y he soltado toda esta perorata autobiográfica adolescente por nada. O igual la algodonosa Imaginación de mi infancia es todo lo que necesito... El caso es que me ha tocado compartir mesa con locos y animales parlantes, y la única esperanza que me queda es tomarme lo mismo que ellos.


miércoles, julio 14, 2010

Vaivenes

A las empresas no les gustan estos vaivenes (lo que me guste o disguste a mí, por cierto, no cuenta). Con vaivenes se refieren a mi legítimo y
fundamentado derecho a cambiar de opinión ante la mudanza de las circunstancias. Vaivenes una vez iniciados los trámites, dicen. A ambas partes todo el tiempo y esfuerzo que les he hecho perder es el de un par de brevísimas conversaciones telefónicas en las que se han encargado de desanimarme. "Ya tenemos a mucha gente", dicen. "Las prácticas se empiezan antes", añaden. Por un lado, me dejan claro que no me necesitan en absoluto, que más bien sería una molestia para ellos. Por otro, me disparan una obviedad. Deben de haberme tomado por una estúpida... Sé que normalmente las prácticas comienzan antes pero, oh, como yo no soy la Empresa me toca hacer uso del tono servil propio del que desea trabajar gratis durante el verano, porque una asignatura de la carrera así lo exige, para explicar mis azares que, claramente, a mi interlocutora le importan tanto como mi existencia, mis ganas o mi posible talento. Bueno, pues yo a las empresas, y a quienes siguen sustentando (la Universidad, por ejemplo) esta especie de idolatración y sumisión ciega hacia este engendro desalmado que es la empresa, les diría "que os jodan, empresas, podría haceros más ricas y mejores, pero no estáis dispuestas a tratar a las personas con un mínimo de dignidad y reconocimiento, ¿verdad? Ni siquiera estáis dispuestas a funcionar bien, a hacer lo mínimamente correcto, a tener al trabajador considerado como merece, con los horarios razonables, los sueldos justos y el trato respetuoso que se ha ganado el que, con su trabajo, y obteniendo una mínima recompensa a cambio, os hace ricos". Porque, bueno, parece que la mayoría de la gente no termina de darse cuenta, pero el principal problema de la economía, lo que nos hace al resto pobres, es el enorme margen de beneficios que el empresario suele reservarse para sí. Si tan solo su codicia estuviera dispuesta a renunciar a una pequeña parte, se obtendrían profesionales más contentos y, por tanto, más eficientes. Pero en fin...

De modo que lo dicho, que os jodan, vosotras no os andáis con medias tintas, sois como un amo viejo que ya no siente la necesidad de la autocensura, pues yo tampoco. A mí me habéis perdido. A mí y a mis miles de ideas, a mí y a mi talento, que lo tengo. Yo me largo a otro país o monto mi propia empresa para hacer las cosas Bien, para demostraros que se puede sin tener que soportar vuestros aires de superioridad. O igual no, igual acabo siendo aquello para lo que las escuelas y universidades nos programan: una trabajadora sin discordancias, sumisa y calladita.

sábado, junio 12, 2010

Me voy

Sueño con irme a vivir lejos, muy lejos, para poder vivir de verdad, completamente sola, sin que nadie me moleste. Fantaseo con que así no tendré que romper amistades, ni ningún otro tipo de relación, directamente. Lo achacaremos a la distancia, con suerte sólo recibiré algún mail esporádico al que dar una repuesta cortés y ya...
Así no tendré que vivir escenitas, tener que explicar que ya no quiero seguir siendo amiga o lo que sea. Que me han fallado, que estoy tan harta de escuchar interminables batallitas y quejas sin sentido para que luego nadie me escuche a mí. Que no soporto más vivir siempre bajo las condiciones impuestas por los otros, encuentros sólo cuando vienen bien a los otros, confidencias sólo cuando el otro las necesita. Básicamente verter su basura en mí cuando apetece... Porque, además, ya no tengo más que dar, ni quiero. Me siento aburrida. agotada, ya casi no me siento yo, y no tengo más que dar. Estaría bien que los demás se pararan a pensar detenidamente en si ellos dan algo, porque parecen creer que sí y no es cierto. Ya no pido nada, es que no quiero, no me apetece, es demasiado tarde. Me habéis mengüado tanto... y aburrido con vuestra falta de lucidez, y decepcionado...
Así que me voy, me voy a otro país. Quizás creáis que sigo aquí porque veis mi cuerpo, pero yo me habré ido. Y algún día mi cuerpo me seguirá.

jueves, junio 03, 2010

TACERE


Callar... Es uno de los poderes del mago. Tendría que saber callar. El problema es que no sé si quiero, ¿sabéis? Me costó mucho arrancarme a hablar, mucho. Cuando era bastante más joven hablaba casi únicamente con mis amigas más allegadas. No solía hablar jamás con gente que no conociera bien, mi timidez me lo impedía (también sospecho que la mayoría de la gente ya me aburría por aquel entonces). No sé qué clase de consecuencias desastrosas imaginaba, pero era incapaz de hablar con gente nueva. Podéis imaginar que parte de mi adolescencia fue algo aburrida.
Ahora hablo, HABLO con mayúsculas, y no es que hable mucho, que no... Es que digo lo que pienso. Ojo, no soy de las que te sueltan lo que piensan a la primera y sin que le hayan dado pie a ello en plan: "yo es que soy muy sincera"... Pues guárdate tu sinceridad donde te quepa, bonita, que nadie te ha pedido opinión. Yo digo lo que pienso tras escuchar y escuchar y escuchar las historias que mis amigos se cuentan a sí mismos fingiendo estar hablando conmigo. Se mienten a ellos, a mí no.

Pero claro, ha llegado el momento en que me pregunto qué sentido tiene que diga lo que pienso. En primer lugar: ¿acaso escuchan? La respuesta es no, las mentiras que se han ido contando a lo largo de los años lo llenan todo y sólo se escuchan a sí mismos. En segundo lugar: ¿acaso importa? A mí me importa que sean infelices, preferiría que fueran libres y vivieran una vida de verdad pero está claro que no voy a conseguirlo con palabras. Sinceramente, no creo que entiendan una palabra de lo que les digo. Y no creo que me exprese tan mal pero se ve que hay conceptos como el amor verdadero, el respeto a uno mismo y a los demás, la comunicación, la entrega, la libertad, el valor... que se ve que no calan del todo en las conciencias.

Teniendo en cuenta esto ¿para qué hablar? Probablemente sólo termino haciendo daño con mis ideas. "¡Calla, calla! ¡No me digas más! Que dices verdades como puños", me decía el otro día una querida amiga. Ella no quería escucharme, tan cómoda como estaba asentada sobre sus pequeños atajos existenciales, pero al menos ella los reconoce como las mentiras que son, y, dada su experiencia, sabe lo que gana y lo que pierde, y se ve que en estos momentos así está bien... El resto sigue engañándose y tratando de hacer pasar sus ilusiones por verdad.

Lo siento por vosotros, amigos, de verdad que me encantaría callar. En realidad no sé qué me cabrearía más llegado de nuevo el momento: tener que guardar silencio o tener que repetiros obviedades una vez más. De modo que actuaré según me pida el cuerpo en cada ocasión (que tampoco me voy a crear yo una úlcera a costa de vuestras movidas). Callaré por piedad cuando pueda (qué fuerte va a volverme este entrenamiento), hablaré con la verdad cuando sea imposible seguir guardando silencio ante vuestro intentos por convenceros a vosotros mismos de las bondades de vuestras vidas falsas conmigo de testigo.

domingo, abril 18, 2010

PEAJE PARA EL MÁS ALLÁ


Me han hecho uno de esos regalos sencillos, espontáneos, encantadores. Uno de esos nacidos de un "¿Te gusta? Pues para ti..."
Su cara es la de un emperador chino, su cruz un dragón algo gastado. Me gusta porque es grande. Me gustan las cosas grandes, no lo puedo evitar. Últimamente me encantan las piedras enormes que surgen de pronto en medio del campo cubiertas de verdín, tan hermosas que parecen envejecidas a propósito. También me gusta porque el cuerpo del dragón está algo gastado. En principio podría parecer que esto convierte a mi moneda en menos valiosa, menos bonita, pero no es así.
Yo imagino que alguien ha tenido que frotar muchas veces esa figura reptiliana para gastar su efigie de tal modo, quizás buscando la Fortuna. Apuesto a que es una auténtica moneda de la suerte. Por lo pronto te hace parecer más hábil de lo que eres: su generosa proporción hace que cuando la lanzas al aire con el pulgar caiga siempre en tu mano. Eso es bueno, muy bueno. Basta sentirse hábil y seguro para atraer a la suerte. Quizás le ponga un nombre. Si sabes el verdadero nombre de las cosas ellas harán tú voluntad. Soy buena encontrando nombres. Ese tipo de nombres en concreto. Son sencillos, aunque prácticamente impronunciables en voz alta. El concepto es sencillo, los sonidos no tanto. Por ahora se llama Dragón y Kangxi. Y ya veremos...


Con este óbolo considero pagado el peaje a otros mundos y desde ahora está claro que no podré limitarme a visitar los sueños del generoso donante, también tendré que llevarle más allá. De modo que ármate de valor y abre los ojos, los de verdad, porque un día de estos te espera un hermoso y quizás accidentado viaje más allá de Oniria.

sábado, febrero 27, 2010

Hacia praderas azules



Una nunca se acostumbra a lo que esto supone, una nunca se acostumbra al aburrimiento, a que la vida no sea más que esto... Una ni tan siquiera termina de sentirse cómoda entre tres dimensiones, tan lineales, tan entrelazadas y opresivas que una ni sabe de dónde surge el hueco que el cuerpo ocupa. Una nunca se acostumbra a la ausencia de historias, una necesita que le cuenten historias para ser feliz y completa, pero ya no volverán las praderas verdes (las azules en el hogar continúan aunque apenas las visite) ni la piel de oso ante el fuego, ya no volveremos a volar en alas de otros.

Una tiene que empezar a contarse historias a sí misma, hasta el final esta vez, completas y perfectas. No hay más consuelo: el amor y las historias. En ocasiones el amor guarda silencio y es hora de contar historias, sólo eso...

lunes, febrero 08, 2010

Meditando poco y mal

Escribimos cosas que luego no nos atrevemos a publicar por la posibilidad de hacer daño a alguien. Tiene su lado hermoso. Significa que no estamos solos. Tenemos a quien dañar, lo que probablemente significa que somos amados, y que amamos.
Tiene un lado menos agraciado que se traduce en que tememos no ser entendidos, porque por supuesto nuestra intención no es la ofensa. ¿Quién quiere causar tristeza a nadie? ¿Quién quiere causarla a quien amamos?
Tiene una cara insustancial cuando pensamos que a quién le va a importar lo que escribamos. Acabamos preguntándonos si alguien nos lee de verdad. Lo hacen, sin duda, pero nuestro pensamiento nunca toca a los lectores. Leerán rápido, sin pensar, y pasarán a otra cosa.
Yo supongo que seguimos haciéndolo por comunicarnos con nosotros mismos, seguramente los únicos que estamos dispuestos a leernos con pausa y a pensarnos.
Y al final meditamos y nos preguntamos si otra vez más no habremos ofendido a media humanidad con nuestras palabras.

sábado, enero 23, 2010

Mañana estaremos muertos

Conozco a gente que sacrifica el sudor y las ansias; hombres que permanecen junto a mujeres a las que no aman- pobres ambos-, que permanecen junto a esta sólo por no poder estar con aquella; hombres, a los que, de hecho, les da igual esta que aquella, pues lo único que desean es una compañera, poco importa quién sea mientras encaje en su estrecho molde doméstico.
Conozco mujeres que se comparan constantemente entre sí, que viven atormentadas por la imagen engañosa de cómo les gustaría ser: más altas, más delgadas, más guapas, más jóvenes; mujeres que se quedan con el primero que las mira.
Conozco personas que no hacen el amor, o que lo convierten en algo triste y mecánico. Personas asustadas, gente acomodada en sus miedos, sus rutinas, sus conceptos estrictos de lo que debe ser.
No se dan cuenta de que cada día será más difícil MIRAR, sudar, jugar como chiquillos, amar como bestias. ¡Oh! Si hoy no te gusta tu cuerpo, si hoy no te apasiona tu pareja... ¿Qué pasará mañana? ¿Qué será de ti cuando seas viejo?

Mañana estaremos todos muertos
Y, a pesar de no ser conscientes,
Ellos ya van ensayando cada día.

miércoles, enero 20, 2010

Rito del ritmo





En la eterna danza
de los cuerpos celestes
ejecuto pasos erráticos,
como expulsada
del orden natural de las cosas.
Mas el baile de mi alma
es único y sublime,
y las luces del amanecer simultáneo
de un millar de soles bendicen
mi existencia coreografiada.

Es mi paso ingrávido el que
pulsa invisibles cuerdas
obradoras de músicas
prodigiosas e insensatas.

Y cada inspiración mía,
cada exhalación
de mi humana carne,
deja huella imperecedera
en los espacios silenciosos
e infinitos.

Aun en la oscuridad y en la nada,
triunfa el rito del ritmo.
Y es mediante bautismo sónico
que asumo mi papel de dueña y vasalla
de las etéreas estancias.

sábado, enero 09, 2010

Este año: entre la confesión y el propósito

Este año que hemos dejado atrás he sido peor y más débil de lo que soy en estos instantes. He amado, he sido feliz, he trabajado. También he estado triste y enfadada mucho tiempo, he perdido el tiempo pensando en cosas y en gente sin importancia. Ya he roto definitivamente con eso, he dicho definitivamente adiós... y hola y bienvenidos a aquellos que me quieren bien y que lo merecen (que los hay). Al final ha sido fácil, la conclusión era tremendamente sencilla: Si tras entregar años de tu vida a una persona esta no ha llegado a conocerte ni apreciarte siquiera un poquito, pues hasta nunca, no hay más que decir, más que plantearse. No más desperdicio de energías. Sólo pensar que desplantes e indiferencia hayan podido afectarme (¡a mí, por los dioses, que ya a muy tierna edad era apodada La Mujer de Hielo por mis amigos!) resulta ridículo.

Me siento inmensamente afortunada siempre, aunque a veces olvide agradecer como solía hacer antes (es un sano ejercicio que recomiendo: dar gracias constantemente, a lo que sea, al universo, a la vida, a todo).

También me siento impotente como una niña pequeña que se enfrenta por vez primera a la muerte, porque lo cierto es que la he descubierto de un modo diferente. Y no me resigno y quiero que mi gata, que era mi amor, y mi hija y mi todo, vuelva.

Este año que acabó tan rápido, y que parece haber durado una hora que contuviera en sí toda una vida, he escrito poco (¡he estado centrada en amar!). Me comprometo conmigo misma a escribir más. Tengo más ganas y más energía,y más necesidad también; mi mente va limpiándose de lo superfluo y haciendo espacio a lo que importa. Lo que me importa a mí es básicamente escribir y el amor. Y la magia.

Soy una especie de bruja (por denominarme de algún modo fácilmente inteligible) escéptica con temor a admitir que la magia existe. Pero yo la he visto, la he sentido, la he compartido y la comparto con otros, ella es parte de mí y yo soy parte de ella. Y
sin ella soy medio yo, más ruin, menos viva, y ella sin mí también pierde, no creáis... Y, a riesgo de que me tachen de loca, cosa que por otra parte me trae sin cuidado, he de confesaros que siento claramente las energías (las de las personas, las de los lugares y objetos); que normalmente sé lo que sienten y piensan los que están a mi alrededor (algo francamente incómodo, la verdad); que hablo con los animales y con las cosas (y que a veces me hacen caso); que me introduzco en los sueños de ciertos durmientes a voluntad; y que a veces maldigo a quien creo que lo merece y que las cosas suceden tal como yo dispongo; que veo cosas que otros no ven: sombras, espíritus, ángeles, demonios, dioses, lo que quiera que sea (o no) en realidad cada uno de ellos... Y qué queréis que os diga... pues sí, soy escéptica: por un lado, no puedo explicar racionalmente nada de esto, mi intelecto me impide catalogarlo desde una nomenclatura digamos ocultista o paranormal, y siempre trato de buscar la explicación más racional posible a los hechos o no buscarla en absoluto (el hombre tiene la absurda manía de buscar explicación a todo, incluso a cosas que no la tienen); por otro, desde el conocimiento intuitivo y la experiencia sé lo que veo, siento, oigo, toco, conozco... Sé que las cosas que sueño a veces se cumplen, que en ocasiones vienen a mí conceptos desconocidos cuya existencia tengo la oportunidad de constatar a posteriori; que algunas veces me visitan seres... ¿no humanos?; y que si digo que alguien va a tener un accidente o a enfermar así será. Y me siento en mi derecho no queráis saber por qué... pero así somos... así soy, sabia (antes lo era aunque lo haya olvidado) y caprichosa como una deidad senil. Lo cierto es que no hace falta que desee ningún mal a nadie, a veces hasta siento pena por lo que se les viene encima, pero tengo una especie de efecto sobre mí que yo llamo erróneamente "karma instantáneo" y que hace que todo el mal rebote multiplicado contra quien piensa o actúa contra mí... No está mal, ¿eh?

De modo que, una vez limpia de todo, este año voy a dedicarme a Amar, a Escribir y a la Magia. Porque ¿sabéis?, amar y escribir son mi vida. Y la magia ¿en realidad importa si existe o no? A mí me hace feliz y completa, me renueva, me purifica y me llena de energía. De modo que yo decido que existe... Sin catalogaciones, sin racionalidad. ES. ASÍ COMO YO SOY. Aunque a veces lo olvide: YO SOY. Y esto es lo que soy... entre miles de otras cosas.