domingo, febrero 05, 2012

Nana de la niña serpiente



El árbol permanece, niña, canta, canta, no mires aún hacia arriba.
El árbol permanece. No busques abrigo entre sus ramas.
El árbol se estremece, niña. Raspa, raspa.
Penetra la corteza, refúgiate en su alma.


Ardillas. Suben, bajan. Eso no es para ti. Tú anida y aguarda.
El árbol permanece. Lo alimentas, él te ama.
Lames sus costras, él te guarda. Todo bien. El árbol no morirá hasta mañana.

El árbol al que trepes cuando seas enorme y lozana, niña
Es infinito y pequeño como una rama
Tú eres él, él es más tú que tu cuerpo de tela de araña,
Recuérdalo mientras te arranca las viejas escamas.

Oh, te elevas, dragona, inmensa como una plaga
Preñada de tierra y musgo
Henchida, giganta,
Oh, ser tú. Tantas veces y hoy de nuevo.

Es duro empezar otra vez la subida cuando
Ya conquistamos las alturas hace tiempo
Todo fue nuestro, ¿recuerdas?
Pero si no hubiéramos olvidado
No tendríamos una vez más el placer del ascenso

Qué musitas, pequeña, ¿te cantas?
Oh, siempre te acompaña la nana, por muy grande y feroz que seas
Siempre serás niña. ¡Oh, madre! ¡Oh, anciana!

miércoles, febrero 01, 2012

No, no, no (no quería publicarlo porque es muy malo, pero alguna explicación debo tras tanto tiempo de silencio)

No me apetece escribir. No sé escribir. Abrí otro blog para escribir (tres veces de "escribir"en una línea demuestra mi destreza literaria) cualquier cosa que me apeteciera (frivolidades, preferentemente), y ahí está, desnudito como un niño negro en los telediarios de mi infancia. Cuando el hambre estaba en Zaire y tenía un origen más obvio.
¿Veis? No sé escribir. Hago comparaciones de mal gusto, no doy pie con bola, y mis únicas palabras buenas vienen en ráfagas de frases sueltas con las que una no sabe qué hacer (lo que equivale a seguir llenando libretas y móviles de palabras inútiles). Igual no hay que escribir. Nada obliga a ello, no hay necesidad... Quizás no hay que respirar, ni llorar, ni lamentarse. Creo que ya no escribo porque soy feliz (excepto porque últimamente me doy cuenta de que más me vale morir antes de llegar a vieja porque está claro que no voy a tener una pensión mínimamente digna, pero en mi descargo he de decir que no soy muy de darle vueltas a las cosas). Y porque evito el conflicto cada vez más. He anidado en un luminoso (y con vistas)  mundo de despreocupación y felicidad y ya no sé escribir. No conozco las palabras ni quiero pensar sobre los temas. Sólo quiero ser feliz. No deseo analizar. No me apetece debatir, ni razonar ordenadamente.
No sé si quiero darles voz. Si se la doy un rato luego querrán seguir vivos y despiertos. ¿Y yo? Seguro que ellos me harían más viva y más despierta que nunca. Se lo debo, hace tiempo que sé que se lo debo (a ellos y a todos los que me han dado lo que yo debería tratar de devolver de algún modo). Al final voy a tener que escribir. Quizás cuando se me acabe el dinero y no pueda salir más. O ahora...