viernes, septiembre 22, 2006

Decálogo del Buenrrollista ...

O cómo salir bien parado de todas las conversaciones en un mundo chachi megaguay en el cual la crítica acertada y el razonamiento propio están muy mal vistos.

1. No llames a las cosas por su nombre. Jamás.

2. Acompaña cada afirmación con la imprescindible coletilla "en mi opinión", o similares.

3. Pide disculpas constantemente aunque no creas haber hecho nada malo. Queda de lo más humilde y educado.

4. También es importante tratar de utilizar el condicional: "si...habría...podría ser..." Manejar la hipótesis, vaya, sin afirmar rotundamente. La rotundidad es la gran enemiga del buenrrollista.

5. Reconoce siempre al interlocutor su parte de razón, esté o no en posesión de ella.

6. Ten a mano simpre aseveraciones del tipo "te entiendo" o "te escucho".

7. Expón y reconoce tus múltiples fallos y defectos. Es importante hablar desde el punto más lejano posible a la perfección para que tus ideas tengan alguna oportunidad de ser medianamente aceptadas. Cuanto más necio demuestres ser, mejor recibidos serán tus argumentos. A todo el mundo le gusta sentirse superior.

8. Trata de conseguir que el interlocutor se marche satisfecho, con la sensación de haberte convencido, al menos parcialmente.

9. Cuídate de aportar datos demasiado actuales, o de reciente descubrimiento. Todo cuanto el resto de participantes desconoce es falso, no existe, y te convierte en alguien de dudosa credibilidad.

10. De todos conocido: No hay que tocar los famosos temas de religión y política. A nadie le importa que mueran millones de personas de hambre y sed, pero no les toques a su virgen del Rocío...

Sigue al pie de la letra mis recomendaciones, y serás considerado tolerante, educado y buen conversador. ¿Y la conciencia? la envuelves en un paquetito y se la envías al Papa, que ya velará él por tu alma.

Descubriendo a Chantal Maillard

No enjuiciaré a Chantal Maillard, ni a su poesía. En su caso sobran los comentarios. Sólo diré que yo acabo de descubrirla y me ha encantado. Salvando las distancias, pues no se considera muy lícito compararse sin más con un galardonado con el Premio Nacional de Poesía, me siento muy identificada con el pensamiento y las emociones que expresa. Esta es la pura magia que me gusta hallar en un poema.



NO PONDRÁS NOMBRE AL FUEGO

No medirás la llama
con palabras dictadas por la tribu,
no pondrás nombre al fuego,
no medirás su alcance.
Todas las llamas son el mismo fuego.
Mi cuerpo es una antorcha que alumbra los espantos
que la razón constituye en sus tinieblas.
Hay que mirar al cuerpo, muy adentro,
tocar el centro ardiente, abrirlo y propagar
el gozo de la lava.
No importa en qué caderas,
en qué pecho resbale,
no importa la estatura, el sexo o la materia
pues todos caminamos sobre la misma pira.
No medirás la llama con palabras que encubren
los viejos sentimientos de los hombres.

De "Conjuros" 2001