lunes, noviembre 16, 2009

Nada

Recuerdas versos y palabras malogradas que nunca llegaron a crecer para ser poema. Eran débiles, eran inconsistentes, apenas ideas, apenas sentimientos. Nada nunca, nunca nada, nadie nunca, nunca nadie. No se sabe por qué vuelven para cobrar algún tipo de sentido que sólo se explica desde la desesperación y desde las entrañas. Y no hay nada que hacer, nadie con quién hablar; apenas puedes explicártelo a ti misma, de modo que aunque tuvieras quien te escuche qué ibas a decirle...
Después de verte arder en noches de insomnio (¡lo veo! ¡me siento crepitar! ¡siento el calor insoportable en mi cabeza! ¡la intensidad absurda del pensamiento!)
Sólo sabes que no sabes vivir ni amar. Y lo intentas. Pero tampoco sabes intentarlo muchas veces sin caer en la tristeza si las cosas no resultan como crees que deberían ser. Y tampoco sabes si merece la pena o todo es para nada. Ni sabes, sobre todo, si vas a merecerle la pena a alguien o a ti misma. Pero ahora no sabes parar ni sabes qué parar: la vida, el amor, la intensidad absurda, la memoria...
¿Debo tratar de continuar como un zombie, como los demás? Mientras todos fingimos que nada importa, que nunca hubo abrazos ni besos mejores que estos breves y escasos. Todos evitando siempre enfadarnos, entristecernos, mostrar cualquier tipo de emoción negativa. Aceptando de buen grado tan sólo lo que deseen darnos. Olvidando todo lo demás, olvidando lo que fuimos. Que una vez nos creímos inmortales y eternos.