jueves, noviembre 06, 2008

Tectónica Interna

Qué estremecimiento súbito, qué placentera sensación de anticipación. Ha sido como el primer beso, como la dulce languidez que se siente cuando uno se enamora, cuando se está lejos del ser amado y el placer y el dolor forman una mixtura deliciosa en la que no dudamos en regodearnos.

Qué seísmo en las entrañas, cuánta grandeza... ¿Y qué lo ha causado?: una vida por vivir, la vida de un personaje nuevo nacido para formar parte de una gran historia, de una novela que sigue creciendo como un universo lactante. Hoy he mirado por primera vez su rostro oculto, hoy he entrevisto las proporciones de su alma y he sentido el gozo y el orgullo de dar vida.

Advierto la existencia de un mundo que sigue creciendo aun cuando no lo miro, extendiéndose como un milagro, como un espejismo asombroso: realidades vislumbradas a través de las brumas, ciudades y paisajes construidos de pura maravilla. Yo, participando de lo que será, saboreando el germen como si fuera ya un todo completo, viviendo en otro futuro, en otra parte, viviendo en mi cabeza.

Y por eso escribimos, al final... Hay gente que se deja un dineral en drogas para tratar de catar siquiera una centésima parte de lo que yo he sentido hoy.

4 comentarios:

Pedro Germano Leal dijo...

Me gustó muchissimo tu blog y todos sus escritos: un encanto! Desde los chistes muy inteligentes hasta los textos más tocantes.

Por la lectura yo he compartido hoy lo que sentíste escribindo, gracias!

Laura PD dijo...

Muchas gracias a ti: por leerme y por gustarte lo leído. Me alegro de que hayas compartido un poquito de mí...

Ramón Machón dijo...

A mi lo que me da es muchísima envida "eso" que nos muestras en esta entrada.

Pues nada, avanti, aprovéchalo, que no se va a repetir a menudo, ¿o sí?

Ramón Machón dijo...

La envida no es un crustáceo, es puramente envidia, eso, con siete letras siete: envidia.