PEAJE PARA EL MÁS ALLÁ
Me han hecho uno de esos regalos sencillos, espontáneos, encantadores. Uno de esos nacidos de un "¿Te gusta? Pues para ti..."
Su cara es la de un emperador chino, su cruz un dragón algo gastado. Me gusta porque es grande. Me gustan las cosas grandes, no lo puedo evitar. Últimamente me encantan las piedras enormes que surgen de pronto en medio del campo cubiertas de verdín, tan hermosas que parecen envejecidas a propósito. También me gusta porque el cuerpo del dragón está algo gastado. En principio podría parecer que esto convierte a mi moneda en menos valiosa, menos bonita, pero no es así.
Yo imagino que alguien ha tenido que frotar muchas veces esa figura reptiliana para gastar su efigie de tal modo, quizás buscando la Fortuna. Apuesto a que es una auténtica moneda de la suerte. Por lo pronto te hace parecer más hábil de lo que eres: su generosa proporción hace que cuando la lanzas al aire con el pulgar caiga siempre en tu mano. Eso es bueno, muy bueno. Basta sentirse hábil y seguro para atraer a la suerte. Quizás le ponga un nombre. Si sabes el verdadero nombre de las cosas ellas harán tú voluntad. Soy buena encontrando nombres. Ese tipo de nombres en concreto. Son sencillos, aunque prácticamente impronunciables en voz alta. El concepto es sencillo, los sonidos no tanto. Por ahora se llama Dragón y Kangxi. Y ya veremos...
1 comentario:
Que alegría me acaba de dar tu comentario...es un placer saber que aún queda recuerdo de mis palabras por ahí...por si te interesa, estoy por aqui samurod@yahoo.es
Y otra vez, mil gracias
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