sábado, enero 23, 2010

Mañana estaremos muertos

Conozco a gente que sacrifica el sudor y las ansias; hombres que permanecen junto a mujeres a las que no aman- pobres ambos-, que permanecen junto a esta sólo por no poder estar con aquella; hombres, a los que, de hecho, les da igual esta que aquella, pues lo único que desean es una compañera, poco importa quién sea mientras encaje en su estrecho molde doméstico.
Conozco mujeres que se comparan constantemente entre sí, que viven atormentadas por la imagen engañosa de cómo les gustaría ser: más altas, más delgadas, más guapas, más jóvenes; mujeres que se quedan con el primero que las mira.
Conozco personas que no hacen el amor, o que lo convierten en algo triste y mecánico. Personas asustadas, gente acomodada en sus miedos, sus rutinas, sus conceptos estrictos de lo que debe ser.
No se dan cuenta de que cada día será más difícil MIRAR, sudar, jugar como chiquillos, amar como bestias. ¡Oh! Si hoy no te gusta tu cuerpo, si hoy no te apasiona tu pareja... ¿Qué pasará mañana? ¿Qué será de ti cuando seas viejo?

Mañana estaremos todos muertos
Y, a pesar de no ser conscientes,
Ellos ya van ensayando cada día.

miércoles, enero 20, 2010

Rito del ritmo





En la eterna danza
de los cuerpos celestes
ejecuto pasos erráticos,
como expulsada
del orden natural de las cosas.
Mas el baile de mi alma
es único y sublime,
y las luces del amanecer simultáneo
de un millar de soles bendicen
mi existencia coreografiada.

Es mi paso ingrávido el que
pulsa invisibles cuerdas
obradoras de músicas
prodigiosas e insensatas.

Y cada inspiración mía,
cada exhalación
de mi humana carne,
deja huella imperecedera
en los espacios silenciosos
e infinitos.

Aun en la oscuridad y en la nada,
triunfa el rito del ritmo.
Y es mediante bautismo sónico
que asumo mi papel de dueña y vasalla
de las etéreas estancias.

sábado, enero 09, 2010

Este año: entre la confesión y el propósito

Este año que hemos dejado atrás he sido peor y más débil de lo que soy en estos instantes. He amado, he sido feliz, he trabajado. También he estado triste y enfadada mucho tiempo, he perdido el tiempo pensando en cosas y en gente sin importancia. Ya he roto definitivamente con eso, he dicho definitivamente adiós... y hola y bienvenidos a aquellos que me quieren bien y que lo merecen (que los hay). Al final ha sido fácil, la conclusión era tremendamente sencilla: Si tras entregar años de tu vida a una persona esta no ha llegado a conocerte ni apreciarte siquiera un poquito, pues hasta nunca, no hay más que decir, más que plantearse. No más desperdicio de energías. Sólo pensar que desplantes e indiferencia hayan podido afectarme (¡a mí, por los dioses, que ya a muy tierna edad era apodada La Mujer de Hielo por mis amigos!) resulta ridículo.

Me siento inmensamente afortunada siempre, aunque a veces olvide agradecer como solía hacer antes (es un sano ejercicio que recomiendo: dar gracias constantemente, a lo que sea, al universo, a la vida, a todo).

También me siento impotente como una niña pequeña que se enfrenta por vez primera a la muerte, porque lo cierto es que la he descubierto de un modo diferente. Y no me resigno y quiero que mi gata, que era mi amor, y mi hija y mi todo, vuelva.

Este año que acabó tan rápido, y que parece haber durado una hora que contuviera en sí toda una vida, he escrito poco (¡he estado centrada en amar!). Me comprometo conmigo misma a escribir más. Tengo más ganas y más energía,y más necesidad también; mi mente va limpiándose de lo superfluo y haciendo espacio a lo que importa. Lo que me importa a mí es básicamente escribir y el amor. Y la magia.

Soy una especie de bruja (por denominarme de algún modo fácilmente inteligible) escéptica con temor a admitir que la magia existe. Pero yo la he visto, la he sentido, la he compartido y la comparto con otros, ella es parte de mí y yo soy parte de ella. Y
sin ella soy medio yo, más ruin, menos viva, y ella sin mí también pierde, no creáis... Y, a riesgo de que me tachen de loca, cosa que por otra parte me trae sin cuidado, he de confesaros que siento claramente las energías (las de las personas, las de los lugares y objetos); que normalmente sé lo que sienten y piensan los que están a mi alrededor (algo francamente incómodo, la verdad); que hablo con los animales y con las cosas (y que a veces me hacen caso); que me introduzco en los sueños de ciertos durmientes a voluntad; y que a veces maldigo a quien creo que lo merece y que las cosas suceden tal como yo dispongo; que veo cosas que otros no ven: sombras, espíritus, ángeles, demonios, dioses, lo que quiera que sea (o no) en realidad cada uno de ellos... Y qué queréis que os diga... pues sí, soy escéptica: por un lado, no puedo explicar racionalmente nada de esto, mi intelecto me impide catalogarlo desde una nomenclatura digamos ocultista o paranormal, y siempre trato de buscar la explicación más racional posible a los hechos o no buscarla en absoluto (el hombre tiene la absurda manía de buscar explicación a todo, incluso a cosas que no la tienen); por otro, desde el conocimiento intuitivo y la experiencia sé lo que veo, siento, oigo, toco, conozco... Sé que las cosas que sueño a veces se cumplen, que en ocasiones vienen a mí conceptos desconocidos cuya existencia tengo la oportunidad de constatar a posteriori; que algunas veces me visitan seres... ¿no humanos?; y que si digo que alguien va a tener un accidente o a enfermar así será. Y me siento en mi derecho no queráis saber por qué... pero así somos... así soy, sabia (antes lo era aunque lo haya olvidado) y caprichosa como una deidad senil. Lo cierto es que no hace falta que desee ningún mal a nadie, a veces hasta siento pena por lo que se les viene encima, pero tengo una especie de efecto sobre mí que yo llamo erróneamente "karma instantáneo" y que hace que todo el mal rebote multiplicado contra quien piensa o actúa contra mí... No está mal, ¿eh?

De modo que, una vez limpia de todo, este año voy a dedicarme a Amar, a Escribir y a la Magia. Porque ¿sabéis?, amar y escribir son mi vida. Y la magia ¿en realidad importa si existe o no? A mí me hace feliz y completa, me renueva, me purifica y me llena de energía. De modo que yo decido que existe... Sin catalogaciones, sin racionalidad. ES. ASÍ COMO YO SOY. Aunque a veces lo olvide: YO SOY. Y esto es lo que soy... entre miles de otras cosas.