jueves, febrero 21, 2008

Oído a un par de niños de unos 5 años



Niña: Tu amigo es tonto

Niño: No, porque sabe juntar letras y cuando tiene mocos se los limpia.


¡Pero qué nos ha pasado desde los 5 años! Cómo nos complicamos la vida al crecer, con lo sencilla que es la pura verdad que encierra una definición en labios de un niño...

miércoles, febrero 20, 2008

La tristeza no está de moda

Así son las cosas: en esta sociedad del consumo rápido los sentimientos también resultan devorados en el intento de vivir. Los tristes, los melancólicos, los reflexivos incluso, son apartados si no tienen la precaución de hacerse a un lado ellos mismos para no ser arrollados por la euforia perpetua, por la actividad incesante de una maquinaria que se alimenta de autoengaño.

Nadie va a preguntar ni a consolar, nadie se preocupa de tristezas ajenas, no sea que vayan a salpicarle y emborronar su bonito día feliz, no resulte que tenga que verse obligado a frenar su ritmo para conversar sobre temas tediosos, para escuchar los problemas del otro. Tampoco el melancólico o el apesadumbrado, por otra parte, se atreverá a expresar tales estados de ánimo. Probablemente oculte un rostro demacrado tras una máscara afable, pero cómo va a arriesgarse a ser tachado de triste y aburrido, cómo... Si hay que ser brillante todo el tiempo, si hay que sonreír y hablar sin cesar aunque no se diga nada, si además de triste acaba uno por sentirse culpable por estar así y no ser la compañía amena e interesante que todos suponen, que los demás esperan...

La gente se apresura a juzgar al que tiene delante, sin preocuparse de conocerlo realmente, se hace su composición de las cosas basándose en presunciones, en conjeturas absurdas sin base alguna.
Y, al fin, incluso la amistad se convierte en un objeto de consumo rápido, y pasa veloz como una estrella fugaz, reluciendo durante unos días o meses hasta apagarse finalmente. Quizás no fuimos lo suficientemente brillantes para el otro, quizás las exageradas expectativas acaban generando decepción.
Y yo, que nunca pedí aparecer resplandeciente ante nadie, como una libertadora del hastío de otras vidas, propongo un acuerdo: ¿por qué no verme oscura desde el principio? Será mejor que asistir a la extinción del entusiasmo de un modo cruel y observar el modo en que mi imagen se consume en pupilas ajenas. Nunca pedí ser observada desde abajo, nunca pedí ser estrella fugaz.

lunes, febrero 11, 2008

Tecnológicamente en bolas

Confieso: ahora me ha dado por hacerme fotos en pelotas. No sé si a fotografiarse las vergüenzas con el móvil se le puede llamar arte (si cuelgo la foto formato enorme en una pared de granito con una pera de ducha acoplada y un pepinillo en Arco, seguro que entra en tal categoría y lo vendo por un pastón; "performances" las llaman, creo... o instalaciones) o si confesar que es puro autoexhibicionismo.

De un tiempo a esta parte me gusta observar mi cuerpo desnudo en el espejo antes de ducharme, me miro y me gusto, pa qué nos vamos a engañar, y también me gusta ir asistiendo al devanecimiento de mi imagen nublada por los vahos que empañan el cristal que me refleja, como una metáfora de algo... del desapego de la carne, de la pérdida de una parte fundamental de la identidad (esto colaría como declaración de intenciones de mi "obra" en Arco seguro). Ahí la tecnología se alía con... bueno, eso que la conferencia episcopal denominaría impudicia, en un complicadísimo proceso mental que relaciona conceptos de alto nivel semiótico tales como: desnudez- teléfono móvil a mano- cámara integrada en móvil- foto desnuda. Aaah... la tecnología: esa gran amiga del pecado, la perdición, el paganismo y, en definitiva "to lo chungo".

Supongo que en realidad todo lo mueve quizás un cierto narcisismo, pero en realidad hay más de autoamor sencillo como una florecilla del campo y, sobre todo, curiosidad. ¿A quién no le ha pasado más de una vez decir: huys qué horrible salgo en esta foto y obtener un: no es que seas horrible, pero eres así como respuesta?
Pues dicho y hecho, que como parece que para observar con objetividad la realidad, o al menos la que LOS OTROS (los otros como una entidad ominosa y alienante,toma acotación cultureta) ven, no hay nada como una foto. Y teniendo en cuenta que el hecho de que mi cara es así ya está asumido a estas alturas de la vida, pues ahora le ha tocado el turno al cuerpo.

Ahora todo será que no me roben el movil o no tenga un descuido en plan te voy a enseñar las fotos que le hice a tu sobrina, que como nadie se está quietecito, siempre siguen pulsando y pulsando el botoncito escarbando en tu álbum de fotos completo. Y yo para exhibicionismo total no me veo preparada hasta que tenga en mi poder una super-réflex que haga unas fotos cojonudisísimas de las que sí pueda llegar a afirmar algún día que son arte sin necesidad de pepinillos, peras de ducha o cualquier otro elemento "performancesístico" de evocación freudiana.

Espero que nunca lleguen a inventarse las fotografías mentales, que en esas la realidad sí que tiene que ser dura, dura de asimilar...