miércoles, mayo 13, 2009

Malvenida, Tristeza...

Hoy estoy triste, muy triste a ratos, casi enloquecida por unos instantes, pero no quiero explicar mis tristezas, no quiero comunicar absolutamente nada. No voy a publicar lo que he escrito al respecto: me parece problemático y siempre acabo pareciéndome autocompasiva y estúpida, y nunca estoy segura de hasta qué punto estoy acertada. De modo que mejor dejo por aquí un par de poemas, los últimos que me han sido publicados en la revista Grada, que al tener también cierto toque de pena, de hastío y crítica al menos supondrán cierto desahogo. No importa que mi pesar tenga poco que ver con estos temas.



TEDIO E IMPOSTURA

Me aburren los poetas,
los suicidas,
los cobardes,
los trágicos.

Me aburren los artistas,
los obsesos,
los perdidos,
los drogados.

Me aburren los viajeros,
los alegres,
los entusiastas,
los espontáneos.

Incluso el mejor de ellos
está huyendo perpetuamente de algo.






A LOS HOMBRES QUE ME DEJARON MARCHAR

Hay otro en ti.

No eres tan bueno.

No te sonrías ensimismado en tu propia mansedumbre,

Adormecido en la cuna mugrienta del día a día,

Abducido por la velocidad narcótica de lo cotidiano.

Ni tan malo.

Te falta picardía para hacer un buen villano.

Eres sólo un niño que cree que crecer es esforzarse mucho

Por olvidar los sueños, y encontrar un buen trabajo y una moza…

“Normal” con quien compartir catre y preocupaciones (pocas).

No te complazcas, hombre domesticado, no eres tan bueno…

Eres uno más uncido al yugo, caminas en la fila, navegas las corrientes

Azarosas -sin sorprenderte nunca- de la vida.

Hay otros en ti, tantos como acciones puedes emprender

A cada instante.

Tendrías que elegir, eso sí, quién quieres ser ahora, ir en su busca

Y traerlo.

Un viaje arduo para un ego tan discreto…



2 comentarios:

Sebastian Villa dijo...

Me encanta en especial el de los hombres que te dejaron...

Orgullosos siempre, valientes, verdaderos... Virtudes que no olvidamos

Laura PD dijo...

Gracias, me alegro de que te gustara...
No olvidamos por mucho tiempo que pase, nuestros dioses pueden ser caducos y llenos de polvo, quién sabe, pero llevamos su orgullo en el alma y en la carne.